V. NAVARRO, J. TORRES, A. GARZÓN, Hay alternativas




Y en segundo lugar porque es fácil comprobar que las propuestas que hacen los neoliberales
no responden a verdades científicas o evidencias empíricas sino a creencias puramente
ideológicas que, en muchas ocasiones, incluso chocan, como veremos, con el sentido
común más elemental.
AAVV, Hay alternativas, Séquitur

En Hay alternativas no se nombra a Marx (sí, Galbraith o Keynes), ni siquiera se lo mira de soslayo, no se utilizan vocablos como infraestructura, valor de cambio, clase obrera (usan “los trabajadores” o “la clase trabajadora” entendida como asalariados), modo de producción, fuerzas productivas, utiliza costes laborales unitarios, CLU, por la distinción entre capital fijo y capital variable, ni, quizá la más importante, tendencia a la baja de la tasa de ganancia; ninguno de esos conceptos que hacen que a los perros lobotomizados del neoliberalismo les tiemblen las canillas y las fauces se les llenen de la palabra decimonónico -todos sabemos que la verdad está en la Biblia y no en la evolución porque se formuló en el siglo XIX.

Aunque cada vez queda menos para que las descripciones de la vida obrera de El Capital vuelvan a estar al orden del día no sólo en la fábricas de Apple en Cantón, sino en cualquier pueblucho de Andalucía. Mi primer año de profesor de secundaria, 2007, en un pueblo pequeño de Córdoba las alumnas dejaban el instituto al cumplir los dieciséis para coser vaqueros de marca en talleres alegales o directamente ilegales. Hice cuentas un día con una de ellas en clase para conocer el salario real, ya que disimulaban aleves la explotación con el pago a destajo -ver Libro I de El Capital-: cobraban 1,5 euros la hora. Huelga decir que sin seguros sociales ni nada que se le pareciera, aunque sí, supongo, con el beneplácito de la autoridad -si un profesor de Lengua Castellana y Literatura lo conocía, la benemérita también.

Quizá mejor que les tiemblen las canillas y llenen sus fauces con otras palabras contundentes: catastrofistas, idealistas, perroflautas -no importa que Vicenç Navarro sea catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, que Juan Torres sea catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y que Alberto Garzón sea economista, diputado y esté realizando ahora su tesis doctoral- sediciosos, antipatriotas, enemigos de España... Porque, sin que abandonen nunca la terminología económica capitalista ni sus métodos de análisis, Hay alternativas no sólo desmonta y descubre las consecuencias últimas de las medidas neoliberales, sino que propone medidas suficientes para contrarrestarlas. Medidas no que no buscan otra salida de la crisis, sino salir de la crisis.

De los ejes argumentarios de Hay alternativas el principal es la caída de la demanda y la estrecha relación que ésta tiene con la bajada de la masa salarial. La bajada de la masa salarial, progresiva desde los años 70, no es relevante mientras se sostenga la demanda mediante el crédito. Es decir, no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, al contrario, hemos cobrado por debajo de nuestras necesidades y este infrasalario se ha disimulado mediante el crédito, la deuda privada, masivo.

Pero ahora la contracción del crédito (por la ya famosa burbuja inmobiliaria, la conversión de activos, los CDS, etc.) ha provocado un caída de la demanda que amenaza con arrasar con las pequeñas y medianas empresas (principal fuente de puestos de trabajo -que no trabajo, los conceptos abstractos no tienen existencia material- en España). Incluso puede acabar con el propio Estado, ya que obtiene la mayor parte de sus ingresos de las rentas del trabajo y no de las rentas del capital. Datos: un asalariado español paga el 75% respecto a los impuestos que soporta un asalariado sueco (los datos son anteriores a la última subida de impuestos del gobierno Rajoy, por lo que este porcentaje habrá aumentado), mientras que las rentas del capital sólo tributan el 20% de lo que tributan las rentas del capital sueco. Al mismo tiempo, al haber menos consumo el estado también reduce ingresos por la vía de los impuestos indirectos (IVA, impuestos especiales).

La bajada de la masa salarial favorece exclusivamente a la gran empresa que tenga algún tipo de posición privilegiada en el mercado (empresas telefónicas o las eléctricas sin ir más lejos) o aquellas empresas cuyos beneficios provengan del exterior (Inditex obtiene ya más beneficios fuera de España que dentro) -sin contar con que la mayoría de las grandes empresas españolas pertenecen a capital extranjero. Mientras que para el resto significa que se apriete más el tornillo del garrote, la inminencia de la muerte por asfixia: menos salario, luego menos consumo, luego más paro, luego menos ingresos para el estado, luego nuevos recortes, menos salario, más plusvalía, más concentración del capital (muy relevante es también cómo analizan los autores la aceleración de la polarización de las rentas en las últimas décadas).

Sin olvidar que el trabajo mismo es signo claro de la calidad con la que vivimos: El trabajo no puede ser únicamente un instrumento para conseguir los fondos con los cuales realizarse uno mismo a través del consumo. El trabajo es en sí determinante de la calidad de vida de la ciudadanía, como muestran los estudios realizados sobre las causas de la longevidad de la población que confirman que la variable más importante para explicar los años de vida de una persona es su satisfacción con el trabajo realizado a lo largo de su vida.

Quizá con la finalidad de sanear las arcas públicas pretenden que con trabajos peores (precarios y con sueldos de miseria) vivamos menos y reduzcamos, muriéndonos, el gasto público.

Joder, mientras corrijo esta reseña. leo que el FMI recomienda bajar las pensiones por “riesgo” a que la gente viva más de lo esperado. Recuerdo que Paul Lafargue -autor del imprescindible Derecho a la pereza- y su esposa Laura Marx -segunda hija del decimonónico- se suicidaron a los sesenta y nueve años de edad a principios del XX porque decidieron que ya no eran útiles a la humanidad y la causa de la revolución (algo que escandalizó y criticó mi buen Lenin); el FMI, la UE y los estados podrían llegar a incentivar el suicidio con medidas como eximir del pago de la mitad de la hipoteca a la descendencia o deducciones del tipo de interés en el más que inminente crédito universitario del nieto, el ICO te ayuda a morir sin dignidad.

El segundo gran eje es el análisis del casi omnímodo, omnívoro, poder que ejerce el capital financiero -que creo, no los autores, sólo comprensible si nos olvidamos de otorgar moralidades al capital y entendemos la preponderancia de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia- desde las desregulaciones iniciadas por Thatcher y Reagan y continuadas por los gobiernos Bush -father & son-, los gobiernos PSOE de González (aunque aclaran los autores que ha faltado regulación por lo que nunca ha llegado a haber desregulación), Maastrich, Aznar, Rodríguez Zapatero, reformas constitucionales, etc. Este poder ha convertido el mundo en un casino financiero en el que, quien ayudó a falsear las cuentas griegas, es premiado en el Banco Central Europeo. Así, el planeta tierra es ese lugar hermoso donde terminó la historia y el 0'16% de la población posee el 66% de la riqueza mundial (y aumentando).

O España: Así, todavía a finales de 2006 sólo una veintena de grandes familias eran propietarias del 20,14 por ciento del capital de las empresas del Ibex-35 y una pequeña élite de 1.400 personas, que representan el 0,0035 por ciento de la población española, controlaba recursos que equivalen al 80,5 por ciento del PIB.

Sin que olvidemos que las políticas de BCE y los rescates sólo han servido para que con créditos públicos el capital financiero se lance como hienas por las deudas públicas de los distintos países.

También desmonta algunos de los leitmotiv ideológicos -en el sentido fuerte de creencia, en estricto creencia inconsciente, aunque en algún caso podríamos estar ante sin asomo duda casos de manipulación goebbeliana-, como, por ejemplo, la hipertrofia funcionarial del Estado: Los datos muestran, como ya señalamos antes, que España es el país con menos empleados que trabajan en los servicios del Estado del Bienestar y el en sector público y en cambio es el que registra mayor número de emprendedores. Con números mejor: en España, 12,75% de trabajadores públicos; en Dinamarca, 31,27; Finlandia, 24,64; Suecia, 26,20.

Otro, la deuda pública: En España la deuda pública representaba en 2006, antes de la crisis, un 39,6 por ciento del PIB, muy poco. Pero en 2010 alcanzó el 60,1 por ciento. En Alemania, la economía más fuerte de la Zona Euro, la deuda pública pasó también de un 67,6 por ciento del PIB a un 83,2 por ciento en 2010.

Y cuestiona otros como los métodos más útiles para mejorar la productividad -reducción de costes- que ellos enfocan en la innovación tecnológica.

Contra las políticas de austeridad que no van a sacarnos de la crisis y sólo van a empeorar más la situación, los autores proponen hasta 115 propuestas concretas. Propuestas que incluyen la creación de una banca pública (la nacionalización de las cajas de ahorro) para incentivar mediante el crédito la pequeña y mediana empresa -tampoco es una locura socialista, yo recuerdo haber cobrado mi primera beca universitaria en la banca pública que se empaquetó y vendió al BBV-; la imposición de impuestos en las transacciones financieras; la lucha real contra el fraude fiscal (pese a los aullidos caninos lobotomizados que escucho sobre el PER y otras prestaciones, el 75% del fraude lo realizan las grandes fortunas y el capital) la solución del déficit social (en esta breve reseña no nos ha dado tiempo a hablar del análisis de la falta de financiación histórica de Sanidad y Educación en España); la democratización de la vida política; etc.

Un libro más que recomendable porque: Sabemos que hay alternativas, que se pueden hacer otras cosas distintas a las que se proponen la patronal, los banqueros, los directivos de los bancos centrales y los políticos que comparten con ellos la ideología neoliberal. Lo sabemos sencillamente porque leemos, porque no recurrimos sólo a las investigaciones de quienes se dedican a reforzar el pensamiento dominante sin tener en cuenta los trabajos científicos que demuestran lo contrario.

Quiero dar las gracias a Manuel Montejo y Santi Campaña que han hecho posible que esta reseña no meta más patones que los inevitables por mi torpeza.